Escribo sobre hoy, sobre mi, sobre mi soledad, la real y la inventada, la que intento a toda costa llenar. La que fallo vez tras vez, a la que me acostumbré. La soledad que me hace llorar, la que tenía lágrimas ardientes, en una piel fría, la que ahora son lágrimas frías. cada lágrima me costaba, me dañaba al salir, ahora fluyen con facilidad por surcos que han labrado con los años. Conocen el camino, conocen su destino.
Algunas partes se han encallecido, otras dejaron de existir, otras seguirán su ejemplo. Es una labor constante y no recompensada, como juntar agua con las manos, te ayuda a sobrevivir, pero no hay abundancia.
Exigen mil excusas, me las he dicho todas, no me creo ninguna, la culpa es mía. ¿O tuya?
Junto los pedazos y camino un trecho más antes de soltarlos y volverme al suelo. Son míos, pero los hicimos entre todos, un poco tu, otro poco tú, otro yo. Aún ahora no entiendo el poder que no tengo sobre mi.
No estoy sola, estamos solos. Vivimos juntos, comemos, reimos, elogiamos, pero estamos solos. ¿O lo estoy?
No te conosco, ni tu a mi, no te interesa, pero ya sabes quién soy, lo sabes todo sobre mi.
Juntare los pedazos, las lágrimas se secaran, me pondré una sonrisa y te perdonarme todo. Porque lo necesito, más que tu.
Todos estamos solos, solo pensamos que no lo estamos.